Nuestro análisis técnico y comercial confirmó lo peor: los contratistas anteriores no cumplieron sus promesas. La mayoría de los procesos críticos aún se gestionaban manualmente, a pesar de los grandes presupuestos asignados para su automatización.
La plataforma estaba plagada de errores, las quejas de los clientes aumentaban y funciones clave como el bot y el sistema de reclamos simplemente no funcionaban. La interfaz de usuario y la experiencia eran obsoletas, el backend era frágil y todo el producto corría el riesgo de colapsar.
Aún más preocupante era que el equipo anterior había retenido el acceso a la infraestructura esencial, manteniendo el proyecto como rehén.
La combinación de inestabilidad técnica, pérdida de confianza del usuario e incapacidad para escalar significaba que Laika perdía credibilidad rápidamente —una sentencia de muerte en el competitivo y veloz mercado Web3.